Ayer estuve en una cata de vinos espumosos (pequeño placer de la vida que recomiendo a cualquiera). A lo largo de la velada nos fueron instruyendo sobre la importancia de las burbujas, el color o los aromas. Y al final, muy al final, el gusto, el retogusto y el placer de comentar, conversar y compartir con los amigos.
A priori, el "producto" debería ser el sabor del vino. Pero no es así. Es el conjunto de elementos los que componen el producto.
Realizando la cata de forma ortodoxa (valorando el color, la burbuja, el olor y finalmente el sabor) observé que había vinos que me gustaban o que no me gustaban antes siquiera de probarlos. El olor, principalmente, y color me condicionaban.
Incluso los comentarios. El instructor nos realizaba una valoración histórica de cada vino: el top de la bodega, el clásico, este va mejor con los postres, este es el que le gusta a los que no saben de vinos... Estábamos sugestionados antes de llevarnos la copa a la nariz o a la boca.
Porque el producto, en el caso del vino, no es solo el sabor. Es el conjunto.
Los cavas que catamos eran fantásticos (pidan un Nadal la próxima vez que quieran lucirse http://www.nadal.com/). Pero para mi gusto tenían un defecto de marketing: el etiquetado es muy mejorable (siendo correcto y por encima de muchos otros). Creo que lo único en que los Champagne nos pueden batir claramente (quizas por eso ellos venden por encima de 50 euros y nosotros nos quedamos en 10).
Los puristas se me echarán encima afirmando que es el contenido lo que realmente importa, no el continente.
Pero no estoy de acuerdo. Igual que el olor es importante para degustar un cava (o cualquier otro vino) o el color (no es lo mismo un palido que un pajizo, o un rojo picota a un purpura), considero que la botella y el etiquetado es fundamental.
Es lo primero que ves. La tarjeta de presentación.
Los productos satisfacen deseos, que es como se concretan las necesidades. Pero éstas no son iguales para todos. En el África subsahariana la sed se satisface con agua. En una sociedad de consumo avanzada, como la occidental, esta misma necesidad se traduce en otro tipo de deseo: agua mineral, un refresco, una bebida isotónica o un buen vino.
Si además de satisfacer una necesidad básica, queremos hacernos un regalo podemos recurrir a un vino que lleva más de 30 meses de proceso de elaboración y cuidados. Que ha sido tratado con mimo desde la selección de la tierra, siembra, poda o recolección de la uva.
Pero yo no soy de los que lo disfrutan cuando se lo llevan a la boca. Sino desde el momento mismo que lo selecciono en la estantería de la tienda.
El packaging también es producto, y hay que mimarlo tanto como al contenido.
Guillermo,
Hoy quiero decirte tantas cosas que no sé cómo comenzar.
Comenzaré diciendo que durante estos nueve años sin ti, he aprendido a
vivir con mi pen...
Hace 6 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario