Tras los comentarios en el anterior post me animo a aclarar algunas cuestiones relacionadas con Starbucks:
1. A mi me parece muy bien que se pongan precios altos para determinados productos o servicios. A esto se le llama posicionamiento. Como decía el torero, "hay gente pa to" (otro día contaré el origen de esta anécdota). Y si hay clientes dispuestos a pagarlo, adelante.
2. Puedes cobrar un sobreprecio (4 euros por un café o 1000 euros por un bolso) cuando la experiencia así lo justifica. En estos casos no se compra un bien tangible (café o un recipiente para transportar pequeños artículos), sino una experiencia (en el sentido contrario me parece genial el anuncio de los vehículos Dacia Logan).
3. Starbucks no ha sabido mantener esa propuesta de valor. Cuando no hay experiencia, entonces sí que ves el bien tangible. Miras a la taza y te das cuenta que te llevas un vaso de cartón y un café mediocre, y has pagado cuatro veces más.
4. Cuando una compañía es infiel a su misión, no es capaz de mantener su propuesta de valor, cambia de segmento. Y este nuevo escenario puede haber actores que lo hagan mucho mejor. En el caso de Starbucks cambia de un segmento elitista/selecto, a un escenario de fast food. Y claro, aquí no puedes cobrar cuatro veces más...
Ya veremos qué pasa con la beertender. Si es capaz de vender una experiencia, triunfará. De lo contrario, ¿por qué pagar 200 euros cuando el propio barril de Heineken ya sirve la cerveza o la competencia tiene uno que además enfría?
Igual que no votamos con la cabeza (a los hechos me remito), tampoco somos racionales en nuestras compras, sino emocionales. Es el arte del marketing, jugar con las emociones.
Guillermo,
Hoy quiero decirte tantas cosas que no sé cómo comenzar.
Comenzaré diciendo que durante estos nueve años sin ti, he aprendido a
vivir con mi pen...
Hace 6 años
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