Por lo visto, en los programas rosas no se habla de otra cosa más que del vestido de novia de la Esteban. A la pobre chica no le quieren vender la ilusión de su vida porque el resto de clientas se podrían sentir mal.
Es de todos conocido que uno de los instrumentos para alcanzar una "marca mítica" consiste en vincular tu producto a un personaje relevante (no digo famoso por las conotaciones que conlleva).
Pero del mismo modo que funciona en un sentido, se puede volver en tu contra.
La Esteban se ha hecho un hueco en los corrillos del corazón por su naturalidad. Por ser la representación de lo que mi padre llama "el pueblo llano y soberano".
Ahora bien, las marcas posicionadas en el segmento del lujo son todo menos democráticas. Precisamente se posicionan allí por su exclusividad.
Las consecuencias de abrir sus puertas al gran público podrían ser desastrosas (y si no que se lo pregunte a Pierre Cardin).
Lo siento Belén, pero no se puede estar en misa y replicando.
Pero toda regla tiene su excepción. Kate Moss ha subido su caché y las marcas para las que era su imagen han incrementado sus ventas tras sus reiterados escándalos con las drogas.
Una vez más, volvemos a la segmentación.
La frescura de la Esteban arrastrará a todo un segemento, con menor poder adquisitivo que el de las tiendas de Serrano pero muchísimo más numeroso, tras de sí. La modista que se atreva a hacerle su vestido de novia se hará de oro.
Guillermo,
Hoy quiero decirte tantas cosas que no sé cómo comenzar.
Comenzaré diciendo que durante estos nueve años sin ti, he aprendido a
vivir con mi pen...
Hace 6 años
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